No sólo la costura me salvó

Siempre me gustó bailar. A diferencia de la costura que la descubrí de grande, bailo desde siempre. 

Me acuerdo cuando estaba en quinto año de la secundaria. No me perdía un solo baile de promoción. Los viernes yo era “Sarmiento” y bailaba desde que entraba hasta que me iba. En ese mismo tiempo, los domingos se hacía la matiné de ocho a doce de la noche. Cómo yo iba a la escuela de tarde, mi amiga Julia me pasaba a buscar y allá nos íbamos al baile. Así como estábamos, de jean, remera y zapatillas. Mi papá me preguntaba si iba a salir ¡así vestida! jaja Así nomás quería decir, sin “producirme”. Yo lo único que quería era bailar. 


Mi hermana Majo siempre me decía que yo tenía que ir a zumba. 

Según Wikipedia, “Zumba es una disciplina fitness creada a mediados de los años ‘90 enfocada a mantener un cuerpo saludable y a desarrollar, fortalecer y dar flexibilidad al cuerpo mediante movimientos de baile combinados con una serie de rutinas aeróbicas.”

Dentro de sus rutinas son utilizados ritmos latinos como salsa, merengue, bachata, cumbia, reggaeton y hasta tango.


Hace alrededor de ocho años yo venía haciendo pilates y un día dejé y empecé zumba. Ahí conocí a Kary Monteleone, la profe. Me la recomendó una amiga. Creo que empecé zumba casi al mismo tiempo que empecé con la costura. Y como nada es casual, al menos para mí, fue un bálsamo entre tanta incertidumbre. 


En otros artículos de este blog cuento un poco mi historia sobre la maternidad, de los avatares que atravesamos como familia con nuestro hijo menor. También cuento cómo la costura me salvó y me rescató. Pero nobleza obliga y no fue solo la costura. Bailar también fue terapéutico. Al principio, hasta aprender los pasos y las coreografías, mi mente se enfocaba en eso así que era espectacular porque sacaba el foco de los problemas. Después con el tiempo cuando ya estaba más canchera y en la actualidad, zumba se convirtió en la hora del disfrute, en la hora feliz, en pasarla bien. 


La profe, tiene muchísimo que ver. Es de esas personas que querés tener cerca en tu vida. Tiene una energía especial, una sonrisa que traspasa todo. Dicen que las personas llegan a nuestra vida en el momento indicado. Y así fue porque como dije antes, mi hermana siempre me insistía que tenía que ir a zumba y yo no le hacía caso hasta que arranqué con Kary a tomar sus clases de zumba.


Este año, en una clase en particular tuve una sensación de felicidad tan grande, que mientras bailaba me emocioné porque fue darme cuenta de lo bien que me hace bailar, de todo lo que me genera bailar. No solo a mí, creo que nos pasa a todas. Es estar en un lugar donde nadie mira si te equivocas, si vas para el otro lado, si te olvidaste un paso. Es disfrutar, es olvidarme de los problemas por un rato, es sentirme feliz, es conectar con el bienestar.


Hacer actividades que nos generan placer, disfrute y felicidad no tiene precio.


La costura me salvó. Bailar también. Y a vos ¿Qué te salva?


Gracias si llegaste hasta acá.

Nos encontramos la próxima.


Eugenia

NUU®

Mi carrito